viernes, 25 de noviembre de 2011

Educar para una sociedad posconvencionalista en una sociedad (pre) convencional

Las nuevas propuestas relacionadas con la educación de valores, promueven el cambio de mentalidad desde una visión cognitiva- conductual a una Cognitiva-evolutiva, mientras la primera trata de la inculcación de valores, la segunda trata de la  construcción de los mismos a través de la reflexión para conseguir la autonomía moral, cuestión elemental para desenvolverse en la sociedad bajo los parámetros propios, pero no dejando en manos del relativismo absoluto, pues desde la ética humanista que puede ser complementaria a la última visión, nos referimos a potenciar el desarrollo humano y un desarrollo pleno, de manera que lo elegido sea orientado por supuesto al cuidado propio, y no a la autodestrucción, al menos así será entendido desde este artículo.
Bajo estas premisas y en un estado actual de la cuestión nos encontramos con una teoría muy propicia para relacionar esta visión  que son los estadios de Kholberg que se dividen en tres grandes
Momentos: el pre- convencionalismo, orientado al yo, en el cual el ego que busca su bienestar y satisfacción propia, el segundo estadio es el convencional, el que está orientado a los otros y al quedar bien con los demás, sin preocuparse del yo, muchas veces descuidándose, y por último un post convencional, para convertirlo en un todo general, en el cual ya no sólo me preocupo de mi mismo, sino que de toda la humanidad, aunque nunca descuidando el bienestar propio, problema que surge cuando se habla de los roles femeninos convencionales completamente abocados en el ellos, y la satisfacción de los otros por sobre la propia. Y también en la adolescencia donde la búsqueda de identidad se orienta a las de amistades moldeándose a los gustos generales y a lo que los padres, compañeros y sociedad en general espera de ellos y que se suma a la presencia de  algunos rezagos de heteronomía moral que busca la egolatría y también la leve aparición de la identificación de los grandes problemas sociales y la aparición del idealismo para cambiar el mundo, el paso al post- convencionalismo sería en este caso dejar a un lado el yo y orientarse a la ayuda pública, sin embargo en su gran mayoría los ideales se quedan en teoría y el cansancio púber le gana a los ánimos vanguardistas.
Lo más preocupante en estos términos es incluir los ideales post-   convencionales que se espera estén exentos de prejuicios y de discriminación, a los sujetos que han sufrido mayores grados de exclusión, en este caso me referiré a las mujeres y a la educación de orientación para ellas, sobre todo los temas orientados a la vida sexual y el rol social (tradicionalmente doméstico).
A fines del siglo XIX la sociedad comenzaba a cuestionarse el rol femenino, pues las mujeres se habían insertado de manera activa al mundo laboral debido a las necesidades crecientes inalcanzables para ser asumidas completamente por el tradicional hombre sostenedor, sobre todo en los sectores más desfavorecidos, son ellas quienes se la ingenian inicialmente desde sus hogares para generar recursos extras que cubran la parte faltante del sustento familiar, hasta instalarse definitivamente en las fábricas del proceso de modernización chileno.
A más de un siglo y con mujeres dominando el mundo empresarial y laboral desde todos los oficios nos encontramos con una estructura familiar tradicional, en la cual los espacios están claramente definidos, la mujer continúa haciéndose cargo del rol doméstico de mantención del hogar, siendo el pilar fundamental y su sostén emocional, pero ahora sumándole su rol de sostenedor, ya no complementario sino que instalado como fundamental e igual al del hombre, sería así en todos los casos sino fuera por las diferencias salariales que aún persisten en una sociedad que se dice pretende ser desarrollada.
Mientras tanto el discurso de abertura sexual femenina es altamente difundido nos encontramos con fuetes contradicciones con la práctica cotidiana que llevan a fomentar la publicación  en diarios de  artículos como este:
“El miedo de los hombres a la potencia arrasadora de la sexualidad femenina ha sido uno de los grandes motivos para encerrar a las mujeres en el ámbito doméstico para cubrir sus cuerpos (desde el velo hasta la burka), para mutilarlos (2 millones de niñas son castradas – ablación de clítoris- a manos de sus familiares) y para estigmatizarnos como seres más próximos a la animalidad y a la irracionalidad que a la cultura y a la civilización humana.
La mayor parte de los monstruos femeninos de las culturas patriarcales son seres eróticos, voraces, insaciables sexualmente, apasionados, crueles hasta el extremo. La gorgonas, las Harpías, las erinias, las Amazonas, las Sirenas, la Esfinge, las Succubus, Medusa, las Lamias, las Centaurides, las Empusas, Artemisa, Afrodita….
La autora de la cita es Coral Herrera Gómez, doctora en humanidades y experta en teoría de género, su primer planeamiento se sustenta en un estudio científico ― Entre 1970 y 1988, William Hartmann, del Centro para Problemas Maritales y Sexuales, en California, monitorizó el orgasmo de 469 mujeres y 289 hombres voluntarios. El mayor número de orgasmos en una hora fue de 134 para la mujer y 16 para el hombre[1]
Las mujeres de inicios del siglo XX mientras tanto, son educadas para llegar vírgenes al matrimonio, bajo el marco de la virtuosidad, con una visión del encuentro íntimo, más como un acto de reproducción y de entrega al marido que como un acto instintivo que busca el placer propio, elemento totalmente inconsecuente con los posteriores descubrimientos de la ciencia. Mientras tanto en el siglo XXI donde la educación sexual sigue promoviendo la abstinencia pero como una posibilidad más, pues si acepta de mejor manera el mayor número de parejas sexuales de una mujer aunque  en el magín social permanezca la imagen de “la chabacana”, “la de casco suelto”, la “Guarra”, “la pelá”, aunque en televisión podamos ver sexólogas y mujeres que se refieren abiertamente a sus encuentros íntimos y su multiplicidad de parejas y el concubinato. Las mujeres lidian a diario con las contradicciones de discurso, pues mientras se promueve el ponceo, a sus espaldas se disminuye su estatus y pierden el respeto de sus iguales y de los hombres.
Cómo enfrentan las niñas adolescentes  este tipo de contradicciones, con la moda y la continuidad de pensamiento conservador. De quién es responsabilidad educar a las niñas en relación a lo que hacen y las consecuencias sociales que eso tendrá, Cómo alcanzamos el equilibrio entre aquello que debe ser correcto y aceptado sin tener que pasar por las típicas consecuencias patriarcales.
En las escuelas modernas de Chile hay un avance que es innegable, a inicios del siglo XX las mujeres recibían educación diferenciada, criadas para la domesticidad, las mujeres pasaron a ser instruidas con los mismos elementos que los hombres, y asistiendo a las mismas clases de orientación que entre varias cosas les guían en relación a su futuro laboral y profesional, sin embargo en qué momento reflexionamos sobre lo que pasa en la vida privada, en los roles privados, los espacios del hogar, la vida sexual, el cuidado de los hijos, los contratos matrimoniales, la existencia de la convivencia.
En la encuesta CEP[2] se les preguntó a los hombres si consideraban que la integración de la mujer al trabajo desfavorecía la vida familiar, el 81% señaló las opciones “muy de acuerdo” y “de acuerdo”, sin embargo un 35,5% de las mujeres según el CENSO 2002 están instaladas en el trabajo remunerado, siendo un aporte fundamental en la familia, poniendo nuevamente a la mujer en la disyuntiva en otro caso y dándole una nueva responsabilidad o subsumiéndola en un sentimiento de culpa, el ingreso al trabajo puede significar un abandono en la familia y en este sentido ¿cualquier dificultad que tenga el hijo(a) será culpa de la ausencia de la madre? En qué momento se habla de responsabilidades masculinas, si estamos modificando los roles. La sociedad se encuentra claramente desde el punto de vista de los roles sexuales en una etapa de muchos contrastes, pues hay un discurso que pretende ser post convencional, promoviendo la igualdad y equidad entre mujeres y hombres en todos los ámbitos, sin embargo hay muchos detractores y varias diferencias en la práctica concreta, que dan cuenta de una persistencia en la educación de mujeres y hombres orientadas al machismo. Estas contradicciones hacen muy compleja de educar el “ser” y el “deber ser” femenino, de qué manera se puede educar a las niñas en el equilibrio, para que sus actos y decisiones no sean castigados, para que no tengan que lidiar con la discriminación por demostrarse tal cual son o por seguir los discursos más vanguardistas, por qué hacer tan compleja la travesía de ser mujer en el siglo XXI. Es nuestra tarea educar a mujeres y hombres para la aceptación general, para cuidarse pero también buscar la felicidad individual y de los demás, para pasar de la post convención que


[1] Herrera, Coral. “El miedo masculino a la potencia sexual femenina”. Versión electrónica del Diario El Ciudadano, 24 de septiembre, 2010. 
[2] Izquierdo, José Miguel.” Una mirada a la integración social femenina: La barrera cultural que discrimina a las mujeres”. Instituto Libertad y Desarrollo. Vol. XIX. N° 192. www.institutolibertad.cl. 
Las nuevas propuestas relacionadas con la educación de valores, promueven el cambio de mentalidad desde una visión cognitiva- conductual a una Cognitiva-evolutiva, mientras la primera trata de la inculcación de valores, la segunda trata de la  construcción de los mismos a través de la reflexión para conseguir la autonomía moral, cuestión elemental para desenvolverse en la sociedad bajo los parámetros propios, pero no dejando en manos del relativismo absoluto, pues desde la ética humanista que puede ser complementaria a la última visión, nos referimos a potenciar el desarrollo humano y un desarrollo pleno, de manera que lo elegido sea orientado por supuesto al cuidado propio, y no a la autodestrucción, al menos así será entendido desde este artículo.
Bajo estas premisas y en un estado actual de la cuestión nos encontramos con una teoría muy propicia para relacionar esta visión  que son los estadios de Kholberg que se dividen en tres grandes
Momentos: el pre- convencionalismo, orientado al yo, en el cual el ego que busca su bienestar y satisfacción propia, el segundo estadio es el convencional, el que está orientado a los otros y al quedar bien con los demás, sin preocuparse del yo, muchas veces descuidándose, y por último un post convencional, para convertirlo en un todo general, en el cual ya no sólo me preocupo de mi mismo, sino que de toda la humanidad, aunque nunca descuidando el bienestar propio, problema que surge cuando se habla de los roles femeninos convencionales completamente abocados en el ellos, y la satisfacción de los otros por sobre la propia. Y también en la adolescencia donde la búsqueda de identidad se orienta a las de amistades moldeándose a los gustos generales y a lo que los padres, compañeros y sociedad en general espera de ellos y que se suma a la presencia de  algunos rezagos de heteronomía moral que busca la egolatría y también la leve aparición de la identificación de los grandes problemas sociales y la aparición del idealismo para cambiar el mundo, el paso al post- convencionalismo sería en este caso dejar a un lado el yo y orientarse a la ayuda pública, sin embargo en su gran mayoría los ideales se quedan en teoría y el cansancio púber le gana a los ánimos vanguardistas.
Lo más preocupante en estos términos es incluir los ideales post-   convencionales que se espera estén exentos de prejuicios y de discriminación, a los sujetos que han sufrido mayores grados de exclusión, en este caso me referiré a las mujeres y a la educación de orientación para ellas, sobre todo los temas orientados a la vida sexual y el rol social (tradicionalmente doméstico).
A fines del siglo XIX la sociedad comenzaba a cuestionarse el rol femenino, pues las mujeres se habían insertado de manera activa al mundo laboral debido a las necesidades crecientes inalcanzables para ser asumidas completamente por el tradicional hombre sostenedor, sobre todo en los sectores más desfavorecidos, son ellas quienes se la ingenian inicialmente desde sus hogares para generar recursos extras que cubran la parte faltante del sustento familiar, hasta instalarse definitivamente en las fábricas del proceso de modernización chileno.
A más de un siglo y con mujeres dominando el mundo empresarial y laboral desde todos los oficios nos encontramos con una estructura familiar tradicional, en la cual los espacios están claramente definidos, la mujer continúa haciéndose cargo del rol doméstico de mantención del hogar, siendo el pilar fundamental y su sostén emocional, pero ahora sumándole su rol de sostenedor, ya no complementario sino que instalado como fundamental e igual al del hombre, sería así en todos los casos sino fuera por las diferencias salariales que aún persisten en una sociedad que se dice pretende ser desarrollada.
Mientras tanto el discurso de abertura sexual femenina es altamente difundido nos encontramos con fuetes contradicciones con la práctica cotidiana que llevan a fomentar la publicación  en diarios de  artículos como este:
“El miedo de los hombres a la potencia arrasadora de la sexualidad femenina ha sido uno de los grandes motivos para encerrar a las mujeres en el ámbito doméstico para cubrir sus cuerpos (desde el velo hasta la burka), para mutilarlos (2 millones de niñas son castradas – ablación de clítoris- a manos de sus familiares) y para estigmatizarnos como seres más próximos a la animalidad y a la irracionalidad que a la cultura y a la civilización humana.
La mayor parte de los monstruos femeninos de las culturas patriarcales son seres eróticos, voraces, insaciables sexualmente, apasionados, crueles hasta el extremo. La gorgonas, las Harpías, las erinias, las Amazonas, las Sirenas, la Esfinge, las Succubus, Medusa, las Lamias, las Centaurides, las Empusas, Artemisa, Afrodita….
La autora de la cita es Coral Herrera Gómez, doctora en humanidades y experta en teoría de género, su primer planeamiento se sustenta en un estudio científico ― Entre 1970 y 1988, William Hartmann, del Centro para Problemas Maritales y Sexuales, en California, monitorizó el orgasmo de 469 mujeres y 289 hombres voluntarios. El mayor número de orgasmos en una hora fue de 134 para la mujer y 16 para el hombre[1]
Las mujeres de inicios del siglo XX mientras tanto, son educadas para llegar vírgenes al matrimonio, bajo el marco de la virtuosidad, con una visión del encuentro íntimo, más como un acto de reproducción y de entrega al marido que como un acto instintivo que busca el placer propio, elemento totalmente inconsecuente con los posteriores descubrimientos de la ciencia. Mientras tanto en el siglo XXI donde la educación sexual sigue promoviendo la abstinencia pero como una posibilidad más, pues si acepta de mejor manera el mayor número de parejas sexuales de una mujer aunque  en el magín social permanezca la imagen de “la chabacana”, “la de casco suelto”, la “Guarra”, “la pelá”, aunque en televisión podamos ver sexólogas y mujeres que se refieren abiertamente a sus encuentros íntimos y su multiplicidad de parejas y el concubinato. Las mujeres lidian a diario con las contradicciones de discurso, pues mientras se promueve el ponceo, a sus espaldas se disminuye su estatus y pierden el respeto de sus iguales y de los hombres.
Cómo enfrentan las niñas adolescentes  este tipo de contradicciones, con la moda y la continuidad de pensamiento conservador. De quién es responsabilidad educar a las niñas en relación a lo que hacen y las consecuencias sociales que eso tendrá, Cómo alcanzamos el equilibrio entre aquello que debe ser correcto y aceptado sin tener que pasar por las típicas consecuencias patriarcales.
En las escuelas modernas de Chile hay un avance que es innegable, a inicios del siglo XX las mujeres recibían educación diferenciada, criadas para la domesticidad, las mujeres pasaron a ser instruidas con los mismos elementos que los hombres, y asistiendo a las mismas clases de orientación que entre varias cosas les guían en relación a su futuro laboral y profesional, sin embargo en qué momento reflexionamos sobre lo que pasa en la vida privada, en los roles privados, los espacios del hogar, la vida sexual, el cuidado de los hijos, los contratos matrimoniales, la existencia de la convivencia.


[1] Herrera, Coral. “El miedo masculino a la potencia sexual femenina”. Versión electrónica del Diario El Ciudadano, 24 de septiembre, 2010. 
[2] Izquierdo, José Miguel.” Una mirada a la integración social femenina: La barrera cultural que discrimina a las mujeres”. Instituto Libertad y Desarrollo. Vol. XIX. N° 192. www.institutolibertad.cl.  v


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